Querido hijo mío:
Te dedico este libro, escrito á tu presencia en las veladas del
último invierno, para estimular tus aficiones al estudio y
porque deseo conserves en toda su pureza las tradiciones de amor
á las venerandas instituciones de nuestro País.
Naciste el día en que España, agitándose en las
convulsiones revolucionarias, vió alzarse una república
exótica, y tus primeros años pasaron entre la guerra
civil, cuyos horrores no podías apreciar. Por si algun
día surgen en tu mente esos recuerdos, quiero conozcas los
principios religiosos y sociales en que constantemente se
inspiró tu País, pues estoy seguro de que, al compararlos
con los que hoy predominan, se afirmarán más y más
en ti los sentimientos católicos y forales, que hicieron dichosa
a Bizcaya durante tantos siglos.
No tienes aún edad para comprender lo que este libro significa:
mas, cuando tu razón adquiera su desarrollo y puedas discernir
con conocimiento, si has leído con cariño estas
páginas, te hallarás impregnado del espíritu en
que rebosan, no necesitando sino dejarte llevar de los nobles impulsos
del corazón para defender los Fueros con la decisión de
quien aboga por la felicidad de su Patria querida y sigue las huellas
que le trazaron sus progenitores.
Hazlo así; enseña con el ejemplo, á tus hermanos
el respeto profundo á las enseñanzas de la
Religion y el amor á la Patria: sigue siendo estudioso y
aplicado; trabaja con honradez y decisión; obedece y acata
á tu cariñosa y buena Madre, que os ama con delirio, y
así, siendo un buen hijo y digno ciudadano, acrecentarás,
si cabe, el cariño que te profesa tu padre, que te bendice de
corazón.
Arístides.
Barcelona, 31 de Agosto de 1885
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