¡INCREIBLE
parece! Un solo desastre, la rota del Guadalete, destruye el Imperio de
los Godos y cambia la faz de toda la Península. Aquel pueblo,
tan vigoroso al penetrar en España, que fundido con los
naturales, logra crear una nacion fuerte y poderosa, se derrumba al
primer soplo de la adversidad, arrastrando en su caida á todo el
pueblo Ibérico. ¡Qué leccion mas elocuente para las
naciones que olvidan los severos principios de la moral y se entregan
á los desórdenes y á la intemperancia de las
costumbres!
Corrompido el pueblo Godo; encenagada la corte en la corrupcion, no hay
energía para oponerse á los mahometanos, y aunque
á última hora pretende, con un esfuerzo supremo, salvar
á la patria [pag 54] del
cataclismo, solo sabe morir con valor, recordando, sin duda, sus
arraigadas cualidades guerreras. Los hijos de Mahoma abren en Guadalete
las puertas de la Península, desbordándose por casi todos
sus ámbitos, sembrando el terror y haciéndose los
árbitros y señores de esta bella region, con cuyo dominio
ni aun se atrevieran á soñar allá en los desiertos
del Africa, de donde llegan sedientos de sangre y de goces.
España cae, pues, en su mayor parte, bajo el poder de los
Arabes, que apenas comprenden cómo esta inestimable joya la han
hecho suya con un solo esfuerzo y en un solo dia.
¿Merece consignarse como exacto el hecho de que ANDECA,
denominado por algunos Señor de Bizcaya, con notoria
impropiedad, asistió con sus bizcainos á la batalla de
Guadalete? No nos atrevemos á ello, por mas que halaga mucho al
amor propio la idea de que el Jefe militar de Bizcaya secundara en tan
angustiosos momentos al Imperio gótico con el contingente de sus
fuerzas. Autores dignos de crédito lo aseguran, y esto nos mueve
á no guardar silencio sobre un acto tan honroso, máxime
aseverándose que ANDECA y casi todos sus
compañeros,
despues de pelear con heroismo, quedaron tendidos en el campo de
batalla. Leyenda ó hecho histórico, que eso no
deslindamos, es verosímil y no debe quedar oculto.
Mas si el Imperio godo no supo defender su existencia, si sus vicios
pierden á España, la fè la salvará, que la
Nacion predilecta de la Vírgen, ni puede, ni quiere renegar de
sus idolatradas creencias. La empresa es difícil en alto grado;
mas por lo mismo mayor será la gloria de quien la acometa y de
los que tengan la dicha de darla cima, que el noble pueblo Hispano
cifra su orgullo en la realizacion de acciones de sublime abnegacion.
Empréndese la obra lenta de la reconquista; Pelayo es su
héroe en las montañas de Astúrias, reuniendo en
torno suyo á los dispersos restos del ejército godo; y
Covadonga la primera etapa de esa magnífica epopeya de la Cruz,
que terminará en los muros de Granada, implantando en ellos el
estandarte de la fé la gran Reina Isabel la Católica.
Está fuera de duda para cuantos han investigado los
orígenes de nuestra Monarquía en la época de la
restauracion, que los Ara- [pag 55]
bes, sea porque no contaban con fuerzas suficientes para ocupar todo el
territorio de la Península, sea porque se vieran detenidos en su
invasion por los naturales y los fugitivos de la dispersion del Imperio
godo, no llegaron por el pronto á dominar la parte septentiornal
de España. Galicia, Astúrias, Santander, las Bascongadas,
Navarra, el norte de Aragon y de Cataluña estuvieron libres del
poder musulman en los comienzos de la irrupcion. Si algunas de esas
regiones sufrieron despues el dominio sarraceno, fué efecto de
las vicisitudes de la guerra y de la mayor estension que las
expediciones dieron al poderío árabe en España.
Puede sentarse, por tanto, que en la época de la irrupcion y aun
en los años inmediatos, el país Basco estuvo libre de la
dominacion árabe. Verdad es que en sus correrías
posteriores los Arabes llegaron á invadir parte del terrotorio
Bascongado, pero solo la parte llana, sin que jamás penetrar al
interior, ni rebasaran por la parte de Bizcaya de la peña de
Orduña, y como para nuestro objeto solo interesa este hecho,
dejemos sentado que en Bizcaya nunca pusieron su planta las huestes
agarenas.
Libres los Bascongados de la irrupcion, aliados de los Godos, si es que
no tenian por Jefes á Príncipes de aquella estirpe, lo
que no está muy claro, amantes de su independencia y viendo
á los Asturianos emprender la lucha contra los enemigos de su
fé y de su raza. ¿era posible dejaran de secundarles en
esta magnánima empresa? de ningun modo. Sea cierta la existencia
del duque D. Pedro, próximo allegado de Pelayo, sea que
concurrieron con sus jefes naturales, la tradicion asegura que los
Bascos ayudaron á Pelayo en su contienda, tomando parte con sus
guerreros en la obra de la reconquista, aunque se deconoce sí
fueron de meros auxiliares ó como dependientes de aquel
héroe. Como en la azarosa época á que nos
referimos, no existia organización política, ni otros
lazos entre pueblos que los de la defensa comun, es de presumir que
cada uno peleara por su cuenta, sin preocuparse de dinastías, ni
reinos, contando solo con el terreno que pisaban.
Y esto nos lleva á tratar un punto de bastante interés
histórico para Bizcaya. Averiguar si en esa época tuvo
ó no Señores,
con la denominacion de Duques de Cantabria, region á que perte- [pag 56] necia Bizcaya, según
los límites que la mayoria de los escritores asignan á la
Cantabria en la época romana y visigoda, aunpue despues de la
invasion sarracena se dividió en Estados ó Provincias, y
algunas en Reinos, independientes los unos de los otros.
No somos de los que cegados por aficion á la Patria, niegan en
absoluto cuanto creen redunda en perjuicio de la idea de su
independencia constante, mas tampoco admitimos crónicas sin mas
apoyo que tradiciones fundadas en la analogía de algun nombre
ó en la fecunda imaginacion de su autor.
Creemos, sí, que Bizcaya necesitó algun Jefe que la
guiara en el período azaroso y crítico que medió
desde la invasion sarracena hasta la eleccion de Jaun-Zuria, pues en medio de las
conmociones que agitaron á España por entonces, al
formarse los diversos Estados que aparecen enfrente de los Arabes y en
la lucha de los caudillos de Leon, Navarra y aun de los de Aquitania
por estender sus dominios, no es creible que Bizcaya se sostuviera
aislada é independiente, sin un Jefe que la diera prestigio y
fuerte cohesión, haciéndola respetar de sus vecinos. Este
covencimiento, adquirido, mas que por el estudio de la historia, por
las especiales condiciones de aquella época, nos obliga á
dar la relacion de los Duques protectores,
no Señores de Bizcaya
, que algunos historiadores dan como auténtica, por mas que
presente bastantes caracteres novelescos é inverosímiles.
De todos modos, como no cede en desprestigio de Bizcaya, no hay
inconveniente en acogerla, si bien con toda reserva, y sin prohijarla,
pues solo nos proponemos llenar el hueco, que de otro modo apareceria
en la crónica del Señorío.
Dicen esas Crónicas que desamparada Bizcaya ante la formidable
invasion agarena, pidió la proteccion del Duque de Aquitania,
quien designó á Eudon,
como protector de esta tierra, observando una política prudente
y previsora, y respetando profundamente las libertades del Pueblo que
le estaba confiado. Encontramos en esto un vicio de origen,
digámoslo así, puesto que no es aceptable en modo alguno,
que siendo Bizcaya aliada y hermana de los Asturianos, buscara
proteccion fuera de España, teniendo á la mano quien la
protegiera en caso necesario. Por eso hemos dicho que esta série
de Duques solo es aceptable para llenar un hueco de la historia, ya que
bajo cualquier otro concepto es inadmisible.
[pag 57] Aznar I sucede á Eudon,
segun unos en vida de su padre, á quien los Bizcainos negaron la
obediencia por el casamiento de su hija Lampijia con el moro Munuza.
Ocupado Aznar en las cuestiones sobre el trono de Francia, designa poco
despues á su hijo Eudon II
para protector de Bizcaya. Dícese que Eudon II murió en
785, sin que la historia refiera de él hecho alguno notable.
Le reemplaza su hermano Aznar II,
casado con D.ª Iñiga, nieta de D. Iñigo Arista, sin
que tampoco se señalen actos dignos de mencion realizados por
este protector, á quien sucede, por eleccion de los Bizcainos, Eudon III, cuyo linaje se
desconoce, si bien le suponen descendiente del primer Eudon.
Cuéntase que durante su gobierno, hacia 796, los Arabes lograron
penetrar en Bizcaya, al mando de Benhamela, que despues de llegar al
Pirineo se corrió hácia Bizcaya con ánimo de
apoderarse de este país. Salieron los Bizcainos á su
encuentro y trabóse la batalla, que duró dos dias, en los
campos de Tavira, Durango, siendo completamente derrotados los moros y
quedando en el campo Benhamela con casi todos sus combatientes. Un poco
fuerte se nos hace que en aquellos tiempos atravesara impunemente un
ejército todo el país mas fragoso de las Bascongadas,
llegando al corazon de Bizcaya, á Durango, y que los Bizcainos
esperaran á verlo dentro de sus hogares para acometerlo. Empero,
nada se pierde con reseñar el hecho, aunque solo sea en concepto
de leyenda.
Muerto Eudon III, en 820, eligen los Bizcainos por protector al Duque
de Gasconia, Aznar III, que
cae prisionero en 824 de los Bascos del Pirineo, reemplazándole Zenon I, á quien se cree
hijo de Eudon II. Algunos autores dan á entender que hubo dos
protectores llamados Zenon,
quizas padre é hijo. Eran muy adictos á la casa de
Francia, hasta que habiendo Ludovico confiscado los estados de
Gascuña y desposeido á los nietos de Eudon,
abandonó Zenon á la casa de Francia para colocarse bajo
la proteccion de D. Alfonso III el Magno, Rey de Astúrias.
Llamado Zenon á la corte de Astúrias fue preso, muriendo
en un calabozo. Igual suerte se atribuye á Eylon. Señor de Alava, de
cuyos estados, así como de Bizcaya, deeaba apoderarse Alonso III.
Termina con Zenon la serie de Duques protectores de Bizcaya, [pag 58] que podrá ser mas
ó menos verdadera, pero que reviste alguna verosimilitud, aunque
solo sea para enlazar la serie de sus Jefes, protectores ó
Señores.
LOPE FORTUN ó JAUN
ZURIA.
Indignanse los Bizcainos de la torpe y aleve conducta de Alonso III al
dar muerte á su protector y apréstanse á vengar
á su caudillo, sacrificado á la ambicion del Monarca
asturiano, y á resistir á todo trance su dominio sobre
Bizcaya.
Mas D. Alonso se adelanta á los Bizcainos enviando un fuerte
ejército, al mando de su hermano el infante D. Ordoño,
á la conquista de Bizcaya y para reducirla á la
obediencia de la corona de Astúrias.
No estaba Bizcaya preparada convenientemente para este ataque, no tenia
sus fuerzas organizadas, ni contaba con un caudillo que las condujera
al combate. Ordoño avanzaba entretanto y penetraba en el
interior del País, decidido á ocuparlo y dominarlo. En la
hora del peligro es cuando los Bizcainos revelan sus cualidades y su
ardiente amor á la libertad de la patria; así es que
cuando el ejército enemigo se adelanta, conocen que de no
realizar un gigantesco esfuerzo, perecerá Bizcaya; las bocinas llaman á la defensa
del País, los ancianos y
parientes mayores hacen el apellido
general, apréstanse todos y Bizcaya se dispone á
salvarse ó perecer en la demanda. Sus guerreros no cuentan con
un caudillo, es verdad, mas su fé les prestará unidad en
el combate y, confiados en el auxilio de Dios, marchan decididos
á buscar al ejército enemigo, al que hallan en los campos
de Padura.
Iníciase la refriega, sostenida con teson y energía; en
el fragor de la lucha se distingue por su bravura, admirable destreza y
por el acierto con que dispone las evoluciones, un jóven
caballero, al que siempre se vé en los sitios donde mas
empeñada está la accion. Al principio llevan los
Bizcainos gran desventaja y casi empiezan á ceder el campo,
cuando aquel caballero los anima con su ejemplo, rehace las fuerzas y
acomete con empuje tan desusado, que rompiendo las filas enemigas lleva
á ellas el terror y la confusion, obli- [pag 59] gándolas á
emprender la fuga. La victoria queda por los Bizcainos, los enemigos
huyen, dejando tendidos en el campo á sus mejores Capitanes,
gran número de combatientes y al mismo D. Ordoño, que cae
muerto en lo mas rudo del combate. El suelo se ha teñido de
sangre y el recuerdo de esta memorable accion, que afirma la libertad
de Bizcaya, se perpetúa, dando á aquellos campos el
nombre de Arrigorriaga, piedras
encarnadas.
Terminada la lucha
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