Parte I Capítulo 6
El Señorío de Bizcaya. Primera parte


CAPÍTULO VI

Bizcaya en tiempo de sus Señores.

¡INCREIBLE parece! Un solo desastre, la rota del Guadalete, destruye el Imperio de los Godos y cambia la faz de toda la Península. Aquel pueblo, tan vigoroso al penetrar en España, que fundido con los naturales, logra crear una nacion fuerte y poderosa, se derrumba al primer soplo de la adversidad, arrastrando en su caida á todo el pueblo Ibérico. ¡Qué leccion mas elocuente para las naciones que olvidan los severos principios de la moral y se entregan á los desórdenes y á la intemperancia de las costumbres!

Corrompido el pueblo Godo; encenagada la corte en la corrupcion, no hay energía para oponerse á los mahometanos, y aunque á última hora pretende, con un esfuerzo supremo, salvar á la patria [pag 54] del cataclismo, solo sabe morir con valor, recordando, sin duda, sus arraigadas cualidades guerreras. Los hijos de Mahoma abren en Guadalete las puertas de la Península, desbordándose por casi todos sus ámbitos, sembrando el terror y haciéndose los árbitros y señores de esta bella region, con cuyo dominio ni aun se atrevieran á soñar allá en los desiertos del Africa, de donde llegan sedientos de sangre y de goces. España cae, pues, en su mayor parte, bajo el poder de los Arabes, que apenas comprenden cómo esta inestimable joya la han hecho suya con un solo esfuerzo y en un solo dia.

¿Merece consignarse como exacto el hecho de que ANDECA, denominado por algunos Señor de Bizcaya, con notoria impropiedad, asistió con sus bizcainos á la batalla de Guadalete? No nos atrevemos á ello, por mas que halaga mucho al amor propio la idea de que el Jefe militar de Bizcaya secundara en tan angustiosos momentos al Imperio gótico con el contingente de sus fuerzas. Autores dignos de crédito lo aseguran, y esto nos mueve á no guardar silencio sobre un acto tan honroso, máxime aseverándose que ANDECA y casi todos sus compañeros, despues de pelear con heroismo, quedaron tendidos en el campo de batalla. Leyenda ó hecho histórico, que eso no deslindamos, es verosímil y no debe quedar oculto.

Mas si el Imperio godo no supo defender su existencia, si sus vicios pierden á España, la fè la salvará, que la Nacion predilecta de la Vírgen, ni puede, ni quiere renegar de sus idolatradas creencias. La empresa es difícil en alto grado; mas por lo mismo mayor será la gloria de quien la acometa y de los que tengan la dicha de darla cima, que el noble pueblo Hispano cifra su orgullo en la realizacion de acciones de sublime abnegacion.

Empréndese la obra lenta de la reconquista; Pelayo es su héroe en las montañas de Astúrias, reuniendo en torno suyo á los dispersos restos del ejército godo; y Covadonga la primera etapa de esa magnífica epopeya de la Cruz, que terminará en los muros de Granada, implantando en ellos el estandarte de la fé la gran Reina Isabel la Católica.

Está fuera de duda para cuantos han investigado los orígenes de nuestra Monarquía en la época de la restauracion, que los Ara- [pag 55] bes, sea porque no contaban con fuerzas suficientes para ocupar todo el territorio de la Península, sea porque se vieran detenidos en su invasion por los naturales y los fugitivos de la dispersion del Imperio godo, no llegaron por el pronto á dominar la parte septentiornal de España. Galicia, Astúrias, Santander, las Bascongadas, Navarra, el norte de Aragon y de Cataluña estuvieron libres del poder musulman en los comienzos de la irrupcion. Si algunas de esas regiones sufrieron despues el dominio sarraceno, fué efecto de las vicisitudes de la guerra y de la mayor estension que las expediciones dieron al poderío árabe en España.

Puede sentarse, por tanto, que en la época de la irrupcion y aun en los años inmediatos, el país Basco estuvo libre de la dominacion árabe. Verdad es que en sus correrías posteriores los Arabes llegaron á invadir parte del terrotorio Bascongado, pero solo la parte llana, sin que jamás penetrar al interior, ni rebasaran por la parte de Bizcaya de la peña de Orduña, y como para nuestro objeto solo interesa este hecho, dejemos sentado que en Bizcaya nunca pusieron su planta las huestes agarenas.

Libres los Bascongados de la irrupcion, aliados de los Godos, si es que no tenian por Jefes á Príncipes de aquella estirpe, lo que no está muy claro, amantes de su independencia y viendo á los Asturianos emprender la lucha contra los enemigos de su fé y de su raza. ¿era posible dejaran de secundarles en esta magnánima empresa? de ningun modo. Sea cierta la existencia del duque D. Pedro, próximo allegado de Pelayo, sea que concurrieron con sus jefes naturales, la tradicion asegura que los Bascos ayudaron á Pelayo en su contienda, tomando parte con sus guerreros en la obra de la reconquista, aunque se deconoce sí fueron de meros auxiliares ó como dependientes de aquel héroe. Como en la azarosa época á que nos referimos, no existia organización política, ni otros lazos entre pueblos que los de la defensa comun, es de presumir que cada uno peleara por su cuenta, sin preocuparse de dinastías, ni reinos, contando solo con el terreno que pisaban.

Y esto nos lleva á tratar un punto de bastante interés histórico para Bizcaya. Averiguar si en esa época tuvo ó no Señores, con la denominacion de Duques de Cantabria, region á que perte- [pag 56] necia Bizcaya, según los límites que la mayoria de los escritores asignan á la Cantabria en la época romana y visigoda, aunpue despues de la invasion sarracena se dividió en Estados ó Provincias, y algunas en Reinos, independientes los unos de los otros.

No somos de los que cegados por aficion á la Patria, niegan en absoluto cuanto creen redunda en perjuicio de la idea de su independencia constante, mas tampoco admitimos crónicas sin mas apoyo que tradiciones fundadas en la analogía de algun nombre ó en la fecunda imaginacion de su autor.

Creemos, sí, que Bizcaya necesitó algun Jefe que la guiara en el período azaroso y crítico que medió desde la invasion sarracena hasta la eleccion de Jaun-Zuria, pues en medio de las conmociones que agitaron á España por entonces, al formarse los diversos Estados que aparecen enfrente de los Arabes y en la lucha de los caudillos de Leon, Navarra y aun de los de Aquitania por estender sus dominios, no es creible que Bizcaya se sostuviera aislada é independiente, sin un Jefe que la diera prestigio y fuerte cohesión, haciéndola respetar de sus vecinos. Este covencimiento, adquirido, mas que por el estudio de la historia, por las especiales condiciones de aquella época, nos obliga á dar la relacion de los Duques protectores, no Señores de Bizcaya , que algunos historiadores dan como auténtica, por mas que presente bastantes caracteres novelescos é inverosímiles. De todos modos, como no cede en desprestigio de Bizcaya, no hay inconveniente en acogerla, si bien con toda reserva, y sin prohijarla, pues solo nos proponemos llenar el hueco, que de otro modo apareceria en la crónica del Señorío.

Dicen esas Crónicas que desamparada Bizcaya ante la formidable invasion agarena, pidió la proteccion del Duque de Aquitania, quien designó á Eudon, como protector de esta tierra, observando una política prudente y previsora, y respetando profundamente las libertades del Pueblo que le estaba confiado. Encontramos en esto un vicio de origen, digámoslo así, puesto que no es aceptable en modo alguno, que siendo Bizcaya aliada y hermana de los Asturianos, buscara proteccion fuera de España, teniendo á la mano quien la protegiera en caso necesario. Por eso hemos dicho que esta série de Duques solo es aceptable para llenar un hueco de la historia, ya que bajo cualquier otro concepto es inadmisible.

[pag 57] Aznar I sucede á Eudon, segun unos en vida de su padre, á quien los Bizcainos negaron la obediencia por el casamiento de su hija Lampijia con el moro Munuza. Ocupado Aznar en las cuestiones sobre el trono de Francia, designa poco despues á su hijo Eudon II para protector de Bizcaya. Dícese que Eudon II murió en 785, sin que la historia refiera de él hecho alguno notable.

Le reemplaza su hermano Aznar II, casado con D.ª Iñiga, nieta de D. Iñigo Arista, sin que tampoco se señalen actos dignos de mencion realizados por este protector, á quien sucede, por eleccion de los Bizcainos, Eudon III, cuyo linaje se desconoce, si bien le suponen descendiente del primer Eudon. Cuéntase que durante su gobierno, hacia 796, los Arabes lograron penetrar en Bizcaya, al mando de Benhamela, que despues de llegar al Pirineo se corrió hácia Bizcaya con ánimo de apoderarse de este país. Salieron los Bizcainos á su encuentro y trabóse la batalla, que duró dos dias, en los campos de Tavira, Durango, siendo completamente derrotados los moros y quedando en el campo Benhamela con casi todos sus combatientes. Un poco fuerte se nos hace que en aquellos tiempos atravesara impunemente un ejército todo el país mas fragoso de las Bascongadas, llegando al corazon de Bizcaya, á Durango, y que los Bizcainos esperaran á verlo dentro de sus hogares para acometerlo. Empero, nada se pierde con reseñar el hecho, aunque solo sea en concepto de leyenda.

Muerto Eudon III, en 820, eligen los Bizcainos por protector al Duque de Gasconia, Aznar III, que cae prisionero en 824 de los Bascos del Pirineo, reemplazándole Zenon I, á quien se cree hijo de Eudon II. Algunos autores dan á entender que hubo dos protectores llamados Zenon, quizas padre é hijo. Eran muy adictos á la casa de Francia, hasta que habiendo Ludovico confiscado los estados de Gascuña y desposeido á los nietos de Eudon, abandonó Zenon á la casa de Francia para colocarse bajo la proteccion de D. Alfonso III el Magno, Rey de Astúrias. Llamado Zenon á la corte de Astúrias fue preso, muriendo en un calabozo. Igual suerte se atribuye á Eylon. Señor de Alava, de cuyos estados, así como de Bizcaya, deeaba apoderarse Alonso III.

Termina con Zenon la serie de Duques protectores de Bizcaya, [pag 58] que podrá ser mas ó menos verdadera, pero que reviste alguna verosimilitud, aunque solo sea para enlazar la serie de sus Jefes, protectores ó Señores.

LOPE FORTUN ó JAUN ZURIA.

Indignanse los Bizcainos de la torpe y aleve conducta de Alonso III al dar muerte á su protector y apréstanse á vengar á su caudillo, sacrificado á la ambicion del Monarca asturiano, y á resistir á todo trance su dominio sobre Bizcaya.

Mas D. Alonso se adelanta á los Bizcainos enviando un fuerte ejército, al mando de su hermano el infante D. Ordoño, á la conquista de Bizcaya y para reducirla á la obediencia de la corona de Astúrias.

No estaba Bizcaya preparada convenientemente para este ataque, no tenia sus fuerzas organizadas, ni contaba con un caudillo que las condujera al combate. Ordoño avanzaba entretanto y penetraba en el interior del País, decidido á ocuparlo y dominarlo. En la hora del peligro es cuando los Bizcainos revelan sus cualidades y su ardiente amor á la libertad de la patria; así es que cuando el ejército enemigo se adelanta, conocen que de no realizar un gigantesco esfuerzo, perecerá Bizcaya; las bocinas llaman á la defensa del País, los ancianos y parientes mayores hacen el apellido general, apréstanse todos y Bizcaya se dispone á salvarse ó perecer en la demanda. Sus guerreros no cuentan con un caudillo, es verdad, mas su fé les prestará unidad en el combate y, confiados en el auxilio de Dios, marchan decididos á buscar al ejército enemigo, al que hallan en los campos de Padura.

Iníciase la refriega, sostenida con teson y energía; en el fragor de la lucha se distingue por su bravura, admirable destreza y por el acierto con que dispone las evoluciones, un jóven caballero, al que siempre se vé en los sitios donde mas empeñada está la accion. Al principio llevan los Bizcainos gran desventaja y casi empiezan á ceder el campo, cuando aquel caballero los anima con su ejemplo, rehace las fuerzas y acomete con empuje tan desusado, que rompiendo las filas enemigas lleva á ellas el terror y la confusion, obli- [pag 59] gándolas á emprender la fuga. La victoria queda por los Bizcainos, los enemigos huyen, dejando tendidos en el campo á sus mejores Capitanes, gran número de combatientes y al mismo D. Ordoño, que cae muerto en lo mas rudo del combate. El suelo se ha teñido de sangre y el recuerdo de esta memorable accion, que afirma la libertad de Bizcaya, se perpetúa, dando á aquellos campos el nombre de Arrigorriaga, piedras encarnadas.

Terminada la lucha







Página en construcción 9/3/2004            obras

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