Parte I Capítulo 5
El Señorío de Bizcaya. Primera parte


CAPÍTULO V

Bizcaya prehistórica.

A medida que bosquejamos cuadros de la vida de Bizcaya, parece que el alma se embelesa en la contemplación de sus grandezas, que no por desarrollarse en reducido círculo y en pequeñas proporciones, con relacion á pueblos mas poderosos, dejan de admirar á quien las estudia con cariño, al observar que un País, pobre y limitado, haya sabido atravesar los siglos entre las hondas perturbaciones que conmovieron al mundo, conservando íntegros sus derechos y sacando á salvo sus libertades.

Vamos, ahora, á ver lo que Bizcaya debió ser en su orígen, como se formó esta Sociedad y sus probables vicisitudes en la época á que no alcanzan los anales de la historia. La estudiaremos en su infancia, con su pariarcal organización y su peculiar modo de ser, [pag 42] y despues, ya viril y robusta, la veremos seguir luchando decidida por su independencia y libertad.

¿Quién pobló el territorio en que está enclavada Bizcaya? Dudosa es la solucion a esta pregunta, porque el pueblo bascongado, mas amigo de obras que de palabras, no conserva monumentos, ni escritos que aclaren sus orígenes. Habremos de atenernos á las tradiciones, y si con ellas viene mezclada la fábula, como generalmente acaece en la historia primitiva de casi todos los países, hay que aceptarla como nos la ofrezcan los testimonios mas antiguos y verídicos de los autores.

El P. Henao, en sus Averiguaciones de Cantabria y D. Pedro de Fontecha Salazar, el primer Consultor vitalicio del Señorío, en su Escudo de la mas constante fé y lealtad, citan varios autores, empezando por el historiador Flavio Josepho, según los que Bizcaya se pobló por Tubal, nieto de Noé, á los 1800 años de la creacion del mundo y 142 despues del diluvio; agrega el Jesuita P. Moret, que Tubal, acompañado de Arameos, Iberos y otros colonos, recorrió la Cantabria personalmente y fijándose en su costa fundó á Flavio-Briga, que unos creen es Bermeo y otros sostienen ser Bilbao.

Si bien esta tradicion no tiene en su abono documentos fehacientes, la presta bastante prestigio el haber sido aceptada por concienzudos historiadores, apoyándose, además en que muchos de sus lugares, montes y rios recuerdan nombres de los de la region de la Armenia, de donde salió Tubal. Es regla constantemente observada por los primeros pobladores dar nombres de su país á los lugares que ocupan y teniendo los de Cantabria varios de los de la Armenia, es lógico deducir se los dio Tubal ó cuando menos sus inmediatos descendientes. Que fuera éste ó su sobrino Tarsis, quien trajo á este país sus primeros pobladores es, en nuestro concepto, absolutamente indiferente, toda vez quede sentado por tradicion, ó por conjeturas, que este País se pobló en los tiempos mas antíguos y por una raza procedente directamente de las regiones primitivas.

Conceptuamos que la teoría mas racional y científica acerca del orígen del pueblo bascongado, es la que ha dado recientemente el Rdo. P. Fidel Fita, de la Compañía de Jesus, en su notabilísimo [pag 43] discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia estudiando el lenguaje de nuestros Celtas é Iberos españoles.

De sus profundas investigaciones acerca de la analogía entre los idiomas georgiano y bascuence, de sus sábias deducciones y comparaciones entre uno y otro pueblo, despréndese lógicamente que los primitivos pobladores de nuestro País fueron los Iberos, raza procedente de las hermosas llanueras y montañas de la region del Cáucaso. Aquella preciosa descripcion de la Iberia oriental, copiada de Estrabon, puede aplicarse, casi sin variantes, á la Iberia occidental y especialmente al País basco-navarro.

Según las conclusiones del P. Fita seríamos los bascongados los descendientes de las primeras emigraciones europeas de raza Arya, á las que siguieron muy de cerca las célticas, si bien al penetrar éstas en España, se corrieron al centro de la Península, dejando á los primitivos Iberos entre el alto Pirineo y el rio á que dieron nombre, sin mezclarse con ninguna de las razas que sucesivamente fueron invadiendo la Península Ibérica.

Resulta, pues, del notable trabajo del P. Fita que los bascongados podemos vanagloriarnos de ser los aborigenes, los primeros que poblaron la España; colocándonos así á la cabeza de todas las razas que vinieron á esta region y confirmando científicamente todas las tradiciones que en este particular han sostenido los mas antiguos y respetables autores.

El País basco-navarro debe al P. Fita especial reconocimiento por haber sancionado, con razones profundamente científicas, el abolengo de nuestra antigüedad, proveyéndonos de una ejecutoria en toda regla, merced á la que, de hoy en adelante, podremos demostrar que en este País asentó la primitiva poblacion de España y que nuestras costumbres, nuestra organización peculiar y la conservacion del idioma euskaro, uno de los modos de hablar mas antiguos del mundo, revelan hemos permanecido independientes y libres en todo el curso de nuestra historia.

Establecido el hecho de su poblacion, demostrado que adoraron á un solo Dios y que veneraban el signo de la Cruz, indicios que prestan mayor autoridad á la tradicion de ser Tubal ó Tarsis quienes llegaron con sus gentes á este territorio, se presenta la duda de [pag 44] si Bizcaya siguió siempre ocupada por sus primitivos pobladores exclusivamente ó si otros pueblos y otras razas, de las muchas que invadieron la Península Ibérica, llegaron á sentar sus reales y dominar en ella.

El Obispo Sebastiano, Gonzalez Illescas y el P. Juan de la Puente sostienen decididamente que los pueblos invasores poblaron el mediodía y el centro de España, pero que los Cántabros, Astures y Bascones resistieron su empuje, logrando permanecer aislados, sin mezclarse con las diferentes Naciones que ocuparon el resto de la Península. Encerrados en sus montañas y defendiendo su patria con denuedo, los descendientes de Tubal conservan su nativa independencia y se ven libres del dominio de tantos pueblos como intentaron sojuzgarlos. Henao, el P. Risco, Beuter y otros varios confirman estos hechos, al sostener que estas Provincias no sufrieron la ley de los Romanos ni posteriormente la de los Mahometanos.

Efectivamente, todo induce á sostener que ni Fenicios, Cartagineses, Romanos, ni Godos llegaron á ocupar el territorio bascongado. Esos pueblos no se limitaron á invadir la Península, sino que llevaron á ella su religion, idioma, costumbres y leyes y de haber dominado á los Bascos quedarian restos de su dominacion, como existen en las otras regiones que ocuparon. En Bizcaya no hay nada que recuerde el paso de esas Naciones por ella, y no es creible que quienes absorvian la vida de los pueblos que ocupaban, inoculando en ellos, con su comercio ó con sus armas, toda su civilizacion, prescindieran de esta norma de conducta con los Cántabros. Y como aquí se conserva pura la religion, sin adorar á los Idolos y falsos Dioses de la mitología griega; como el lenguaje es el primitivo, sin mezcla de otros idiomas, y ni costumbres, ni leyes recuerdan las de esos pueblos, resulta evidenciado que Bizcaya no admitió jamás en su suelo á las razas que sucesivamente fueron poblando y dominando el resto de España. Para nosotros es indudable que así debió suceder y nos confirma mas en esta conviccion la obstinada lucha que sostuvo contra el avasallador pueblo Romano.

Antes de ocuparnos de la guerra cantábrica de los Romanos, conviene tener presente que en el período anterior á ella, parece comprender la Cantabria toda la costa septentrional de España, [pag 45] desde Asturias hasta el confin de Aquitania. Mr Ballet, en sus Memorias sobre la lengua céltica, da tres versiones etimológicas de Cantabria; la mas racional es que se compone de la voz canta, que significa roca ó montaña, y de abria, poblaciones, es decir, pueblos de la montaña. En ella venia comprendida la Basconia, que Strabon, Plinio y Ptolomeo describen, aunque imperfectamente, situándola en la costa septentrional ó sea el mar Cantábrico, lindando con el Pirineo, y con la ribera del Ebro y comprendiendo todo el país montañoso del Norte de la Península. Moret dice que la palabra Basconia significa del monte, etimología que no deja de ser aceptable, por convenir con la estructura del país.

Sentado que los Cartagineses no llegaron a dominar este país, pues su imperio no alcanzó á las regiones situadas tierra adentro, hácia el Océano septentrional, mencionaremos la desgraciada tentativa de Indibil contra los Romanos. Este Jefe de los Ilergetes y Lacetanos, logra reunir un núcleo de 30.000 infantes y 4.000 caballos, que en los campos Edetanos fueron vencidos, con pérdida de 13.000 hombres, entre ellos Indibil. Es muy dudoso que los Bascones tomaran parte en esta guerra, por mas que sus tierras confinaran co la region de los Ilergetes y que estos pelearan por su independencia, causa siempre simpática á los Bascongados, y mas en aquella época en que la guerra era su única ocupacion. Para juzgar así nos apoyamos en que 191 años antes de la era cristiana, los Ilergetes aparecen como aliados de Roma y secundando su política, mientras los Bascones y otros pueblos vecinos se presentan como irreconciliables enemigos de todos los confederados de los Romanos.

Era tal la animosidad que reinaba entre amigos y enemigos de los romanos, que Bilistages, Príncipe de los Ilergetes, acudió á Roma en queja de la guerra que le hacian y pidiendo auxilio para contener á los enemigos del Imperio. ¿Si hubieran luchado al lado de los Ilergetes se colocarian los bascones de frente á ellos con tanta decision, apenas firmada la paz con Roma? No es creible semejante conducta y menos tratándose de pueblos vecinos, cuyos idénticos intereses debian moverles á obrar de concierto. La historia nos dice, que unidos á Roma los Sedetanos, Ausetanos y Suesetanos y vencidos por el Consul Caton los Lacetanos, solo los Bascones quedaron libres del yugo romano.

[pag 46] Las campañas de los pretores Sex, Digicio, tan desgraciado en cuantas batallas dió, y de Publio Cornelio Scipion, mucho mas afortunado en su empresa, dieron por resultado que los Bascones perdieran los pueblos ó lugares que poseian en la ribera occidental del Ebro, que Roma dominó, quedando los Bascones, libres de su poder, en el territorio situado á la otra orilla hasta el mar.

Levántase Sertorio en contra de Roma; logra captarse las simpatías de todos los pueblos españoles, y los Bascones se declaran abiertamente en su favor. Sus huestes siguen á Sertorio en todas las guerras que sostiene contra el poder romano; guerras gigantescas en que se lucha por la idependencia de la patria contra las poderosas legiones, acostumbradas á llevar sus águilas vencedoras por todo el mundo conocido. Los Bascones acogen á Sertorio, vencido por Pompeyo y le defienden el Calahorra, y cuando Sertorio es asesinado en Aitona por su teniente Perpena, prefieren morir antes que entregarse á los vencedores. Un epitafio lacónico, pero espresivo, dá idea del sacrificio que aquellos héroes se impusieron en aras de su amor á la libertad y en ódio á toda dominacion extranjera.

Quedan los Bascones vencidos, pero no dominados; las legiones romanas los anonadan en el campo de batalla, mas no logran captarse sus simpatías y amistad, á pesar de la prudente y atractica política de Pompeyo. La guerra de Aquitania en 698 de la fundacion de Roma y 51 antes de Jesucristo, nos lo confirma. Invade Craso la Aquitania, piden sus naturales el auxilio de los Bascones y acuden éstos en gran número al socorro de sus vecinos; sus capitanes, tan valientes como espertos, según Julio César, no pueden evitar una nueva derrota; 38.000 muertos, evidencian que la pelea se mantuvo con el teson y la fiereza que los bascos saben emplear en la guerra. Pompeyo, tras una nueva y enérgica lucha pacifica de nuevo la España, logrando tener á los bascones como amigos y aliados.

Tantas simpatías alcanza Pompeyo entre los Bascos que al estallar la guerra civil entre César y Pompeyo, toman partido por éste, al que ayudan en su contienda, hasta que es totalmente vencido por César, quien con su generosa conducta y su admirable  [pag 47] política se hace adictos suyos á los Bascones, convirtiéndolos en amigos y aliados del pueblo romano, hasta el extremo de que al renovar los hijos de Pompeyo las guerras en España, permanecen neutrales, á pesar de los alhagos de aquellos guerreros y de cuanto hicieron para atraerlos á su partido.

No explican los historiadores la causa de que los Bascos emprendieran nuevamente su desigual lucha con el pueblo romano, pero casi todos están contestes en que se renovó con brío y pujanza extraordinaria. Colocados en abierta rebelion los Bascos, abióse de nuevo el templo de Jano y Roma se aprestó á anonadar á sus fieros enemigos. Nada menos que tres ejércitos consulares, dice Lucio Floro, puso en campaña y con ellos cercó y estrechó en sus montañas á los indomables bascos, á quienes en esta guerra llaman los historiadores Cántabros. El genio militar de Augusto logró, merced á hábiles maniobras, sacar á sus contrarios á terreno llano y trabando descomunal batalla, venció el número y el arte, teniendo los Cántabros que ceder el campo, Mas no por eso quedaron sometidos; retirados á sus montañas, reforzados por cuantos las habitaban, fatigaron á los ejércitos romanos con sorpresas, marchas, contramarchas y asaltos á los campamentos, durando esta lucha varios años. Sin que la victoria se decidiera por ninguna de las partes contendientes.

Apoyados los Romanos por una gruesa armada, viéronse los Cántabros acometidos por mar y tierra, mas se defendieron tenazmente, hasta que cansado y enfermo Augusto hubo de retirarse, dejando el cargo de la guerra al cuidado de sus mejores capitanes. Vino, por fin, Agripa, yerno de Augusto, trayendo de refuerzo el ejército romano de las Galias; sostiene largas campañas, con varia fortuna, hasta que rendidas las dos partes de tan tenaz contienda, ajustaron paces, quedando de nuevo los bascos por amigos de Roma. Tal es, en estracto, la relacion de Lucio Floro y dion Casio sobre esta guerra, que llegó á infundir grandes temores á la orgullosa Roma.

No es aceptable la conseja de que la guerra terminó por un desafío ó combate entre igual número de Cántabros y Romanos en el barrio Transtiber de Roma, y en el que salieron vencedores aque- [pag 48] llos, obteniendo la libertad de su país, quedándose ellos en Italia; pues por mas que de este combate se hagan eco escritores respetables, no puede creerse que Roma fiara la suerte de sus armas y el orgullo de su poder á un desafío de esta clase. Sin embargo, lo anotamos, porque el solo hecho de existir esa tradicion constituye una hermosa página para el pueblo bascongado.

No ha faltado quien siente como un hecho que los Bascones quedaron sojuzgados y sometidos á Roma por resultado de estas guerras, fundándose en que aquel Imperio colosal, cuyo poder era inmenso, no podria consentir que un país pobre y limitado, sin recursos ni medios, no solo desafiara el orgullo romano, batiéndose con sus mejores ejércitos y sus mas afamados generales, sino que quedara libre é independiente despues de la lucha, es decir, que Roma cediera ante un puñado de guerreros, fanatizados por su independencia. Y, sin embargo, hay que reconocer que este País no cayó bajo el dominio romano, sino que pactó una paz honrosa, una alianza noble y leal, siendo despues un auxiliar de Roma en muchas gloriosas empresas.

Que Cantabria quedó solamente apaciguada y confederada con el Imperio nos lo demuestra la falta de documentos, de monumentos y de recuerdos romanos en nuestro país. Ni su lenguaje, ni sus leyes, ni sus falsos dioses se introdujeron aquí ¿qué dominacion es esa que nada lleva al país conquistado?

En la Cantabria penetró la luz del Evangelio, apenas había alumbrado al mundo: los Emperadores romanos persiguieron cruelmente y con implacable ódio ña Catolicist¡mo: miles de miles de mártires riegan con su sangre todas las provincias del Imperio: España no fue de las que menos sufrió por la Religion, y si Cantabria estaba en su poder ¿por qué aquí, donde el Cristianismo era mas pujante y universal, no hubo mártires de la fé, ni persecución alguna religiosa?

Otras muchas reflexiones pudiéramos exponer en apoyo de la tésis de que este País no quedó dominado por los Romanos; algunos autores, entre llos Iturriza, las detallan con multitud de datos y noticias curiosas, que omitimos, porque solo nos hemos propuesto presentar cuadros generales, sin ánimo de hacer la historia detallada [pag 49] llos, obteniendo la libertad de su país, quedándose ellos en Italia; pues por mas que de este combate se hagan eco escritores respetables, no puede creerse que Roma fiara la suerte de sus armas y el orgullo de su poder á un desafío de esta clase. de Bizcaya, que es empresa que requiere gran estudio y copia de antecedentes de que carecemos.

Húndese el formidable Imperio romano al violento empuje de los bárbaros del Norte; aquel pueblo, el mas grande de la tierra, deja desmoronarse su poderío por gozar de las saturnales de todos los vicios y los Godos, Visigodos y demás razas que invaden el sur de la Europa., se hacen dueños y señores del inmenso territorio sujeto á Roma. Cada Jefe de tribu levanta un trono y crea una Nacion, arrancando á Roma una de sus provincias. Ocupan las Galias y pretenden introducirse en España, mas les detiene el valor de los habitantes del Pirineo, que con arrogante coraje se oponen á su entrada; pelean tres años, hasta que la traicion de los Honoriacos, les abre las puertas de la Península, sobre la que se arrojan decididos, dominándola en breve tiempo. Los Godos fundan y asientan su imperio en Toledo, dueños ya de la España, á la que dan sus leyes y sus costumbres, mezclándose las razas y fundiéndose en una sola Nacion.

No podian los Godos ver indiferentes que los bascones vivieran libres é independientes de su poder, cuando el resto de España reconocía su dominio. Intentaron, pues, rendir su fiereza, y por cierto, con tal empuje, con decision y constancia tales que casi lograron su apetecido objeto.

Oscuras, como son, las Crónicas que de aquellos sucesos se ocupan, no cabe establecer afirmacion concreta sobre si llegaron á dominar las montañas Cántabras, pero sí puede asegurarse que aquel período de cerca de cuatro siglos fue el mas violento de cuantos ha atravesado este País, sufriendo la desolacion y ruina de sus hogares por sostener su amada libertad.

Referir detalladamente esas cruentas guerras seria prolongar demasiado este bosquejo. Reciario, primer Rey católico de los suevos, realiza una expedicion en 448 destruyendo cuanto halla á su paso: Eurico en 446 toma á Pamplona y asola la Basconia, que parece quedar sujeta á su poder, mas no debió ser así, cuando sus sucesores continuan luchando contra aquellos fieros montañeses. Hasta los Reyes de los francos y de los suevos acomenten á la Basconia, llevando á sangre y fuego la guerra, que sigue implacable, á [pag 50] pesar de la derrota de Bladastes en 581, que deja sepultado su ejército en las montañas Bascas. Leovigildo emprende nuevamente la guerra, apoderándose de parte de la region que ocupan los bascones. Nada, empero, les amedrenta y cuantos mas horrores sufren, mas se exalta su amor á la independencia y hábitos guerreros, y llenos de corage invaden la Aquitania, llegando hasta el rio Garonna, sin que Arostrobaldo logre arrojarles de aquel lado del Pirineo.

Renueva Recaredo la campaña contra los bascos, aunque sin alcanzar grandes éxitos; en cambio el Rey franco Theodorico auxiliado por los ejércitos de su hermano Theodoberto, consigue arrancarles la parte de las Galias de que estaban enseñoreados. Eundemaro pretende dominarlos y Sisebuto prosigue su empresa; los bascos hoy vencidos, mañana revelados, tienen en jaque al poderío godo y mantienen su independencia en el centro de sus agrestes montañas. Suintila, que habia sido general del ejército godo enfrente de los bascos, acomete á estos, apenas subido al trono, con tan numerosa hueste, que los bascos tienen que ceder ante su acometida, quedando desde entonces bajo la proteccion de los Reyes godos.

No quedaron dominados, no fueron esclavos del poder godo, sino sencillamente sus protegidos, pues conservan sus leyes, usos y costumbres y siguen rigiendose por su Fuero de albedrío. Así lo atestiguan Paulo Emilio en su Historia de Francia, Saavedra en la Corona gótica y Henao en sus Averiguaciones. Esta série de guerras y de sublevaciones revela, por otra parte, que aquellos bascones, de quienes decia San Isidoro hablando de la empresa de Recaredo, que mas parecia haberse propuesto ejercitar los pueblos en la disciplina militar, que alcanzar victoria sobre las gentes con quienes guerreaba, no doblaron su cerviz al yugo godo, y que si éstos con sus victorias lograban ocupar el territorio, los bascones se alzaban en armas enseguida para arrojarlos de su País y obligarles á emprender de nuevo su conquista.

Transcurren algunos años con tranquilidad para los bascones, hasta que al morir Recesvinto se alzan de nuevo contra los godos, con tal empuje, que se dice haber sido esta la causa de resistirse Wamba á admitir la corona gótica. Una vez aceptado el trono se dirigió Wamba contra los bascos y sin detenerle la sublevacion de Paulo [pag 51] en la Galia Narbonense, por considerar mas grave y perentorio el sujetar á los bascos, emprende la campaña, que Juliano dice duró solo siete dias, logrando su objeto y llevándose rehenes, como prenda de sumision y de que permanecerian en paz con los godos.

Vivieron los bascones bajo la alta proteccion del Imperio godo, consagrados á sus faenas y ayudando á sus protectores en las empresas guerreras, hasta que los Agarenos se arrojaron sobre la España, para convertirla en el oasis de los hijos de Mahoma.

La radical trasformacion producida por la invasion Mahometana y la grandiosa epopeya de la Reconquista, en que España demostró su constancia en la fé, sentando las bases de su regeneracion social y política, abre un nuevo y brillante período en la historia de Bizcaya.

Cerremos, pues, aquí la era primitiva, que hemos llamado prehistórica, no porque en realidad lo sea en absoluto, sino porque lo confuso de las relaciones, la incertidumbre con que los autores se refieren á este País, sin establecer concretamente quienes lo ocupaban, y el conjunto de las tradiciones parecen asemejarse mucho á esas leyendas maravillosas, en que la verdad apenas puede abrirse paso y en las que la duda no logra disiparse, á pesar de la formalidad de quien las relata.















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