A
medida que bosquejamos cuadros de la vida de Bizcaya, parece que el
alma se embelesa en la contemplación de sus grandezas, que no
por desarrollarse en reducido círculo y en pequeñas
proporciones, con relacion á pueblos mas poderosos, dejan de
admirar á quien las estudia con cariño, al observar que
un País, pobre y limitado, haya sabido atravesar los siglos
entre las hondas perturbaciones que conmovieron al mundo, conservando
íntegros sus derechos y sacando á salvo sus libertades.
Vamos, ahora, á ver lo que Bizcaya debió ser en su
orígen, como se formó esta Sociedad y sus probables
vicisitudes en la época á que no alcanzan los anales de
la historia. La estudiaremos en su infancia, con su pariarcal
organización y su peculiar modo de ser, [pag 42] y despues, ya viril y
robusta, la veremos seguir luchando decidida por su independencia y
libertad.
¿Quién pobló el territorio en que está
enclavada Bizcaya? Dudosa es la solucion a esta pregunta, porque el
pueblo bascongado, mas amigo de obras que de palabras, no conserva
monumentos, ni escritos que aclaren sus orígenes. Habremos de
atenernos á las tradiciones, y si con ellas viene mezclada la
fábula, como generalmente acaece en la historia primitiva de
casi todos los países, hay que aceptarla como nos la ofrezcan
los testimonios mas antiguos y verídicos de los autores.
El P. Henao, en sus Averiguaciones
de Cantabria y D. Pedro de Fontecha Salazar, el primer Consultor
vitalicio del Señorío, en su Escudo de la mas constante fé y
lealtad, citan varios autores, empezando por el historiador
Flavio Josepho, según los que Bizcaya se pobló por Tubal,
nieto de Noé, á los 1800 años de la creacion del
mundo y 142 despues del diluvio; agrega el Jesuita P. Moret, que Tubal,
acompañado de Arameos, Iberos y otros colonos, recorrió
la Cantabria personalmente y fijándose en su costa fundó
á Flavio-Briga, que
unos creen es Bermeo y otros sostienen ser Bilbao.
Si bien esta tradicion no tiene en su abono documentos fehacientes, la
presta bastante prestigio el haber sido aceptada por concienzudos
historiadores, apoyándose, además en que muchos de sus
lugares, montes y rios recuerdan nombres de los de la region de la
Armenia, de donde salió Tubal. Es regla constantemente observada
por los primeros pobladores dar nombres de su país á los
lugares que ocupan y teniendo los de Cantabria varios de los de la
Armenia, es lógico deducir se los dio Tubal ó cuando
menos sus inmediatos descendientes. Que fuera éste ó su
sobrino Tarsis, quien trajo á este país sus primeros
pobladores es, en nuestro concepto, absolutamente indiferente, toda vez
quede sentado por tradicion, ó por conjeturas, que este
País se pobló en los tiempos mas antíguos y por
una raza procedente directamente de las regiones primitivas.
Conceptuamos que la teoría mas racional y científica
acerca del orígen del pueblo bascongado, es la que ha dado
recientemente el Rdo. P. Fidel Fita, de la Compañía de
Jesus, en su notabilísimo [pag
43] discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia
estudiando el lenguaje de nuestros Celtas é Iberos
españoles.
De sus profundas investigaciones acerca de la analogía entre los
idiomas georgiano y bascuence, de sus sábias deducciones y
comparaciones entre uno y otro pueblo, despréndese
lógicamente que los primitivos pobladores de nuestro País
fueron los Iberos, raza procedente de las hermosas llanueras y
montañas de la region del Cáucaso. Aquella preciosa
descripcion de la Iberia oriental, copiada de Estrabon, puede
aplicarse, casi sin variantes, á la Iberia occidental y
especialmente al País basco-navarro.
Según las conclusiones del P. Fita seríamos los
bascongados los descendientes de las primeras emigraciones europeas de
raza Arya, á las que siguieron muy de cerca las célticas,
si bien al penetrar éstas en España, se corrieron al
centro de la Península, dejando á los primitivos Iberos
entre el alto Pirineo y el rio á que dieron nombre, sin
mezclarse con ninguna de las razas que sucesivamente fueron invadiendo
la Península Ibérica.
Resulta, pues, del notable trabajo del P. Fita que los bascongados
podemos vanagloriarnos de ser los aborigenes, los primeros que poblaron
la España; colocándonos así á la cabeza de
todas las razas que vinieron á esta region y confirmando
científicamente todas las tradiciones que en este particular han
sostenido los mas antiguos y respetables autores.
El País basco-navarro debe al P. Fita especial reconocimiento
por haber sancionado, con razones profundamente científicas, el
abolengo de nuestra antigüedad, proveyéndonos de una
ejecutoria en toda regla, merced á la que, de hoy en adelante,
podremos demostrar que en este País asentó la primitiva
poblacion de España y que nuestras costumbres, nuestra
organización peculiar y la conservacion del idioma euskaro, uno
de los modos de hablar mas antiguos del mundo, revelan hemos
permanecido independientes y libres en todo el curso de nuestra
historia.
Establecido el hecho de su poblacion, demostrado que adoraron á
un solo Dios y que veneraban el signo de la Cruz, indicios que prestan
mayor autoridad á la tradicion de ser Tubal ó Tarsis
quienes llegaron con sus gentes á este territorio, se presenta
la duda de [pag 44] si Bizcaya
siguió siempre ocupada por sus primitivos pobladores
exclusivamente ó si otros pueblos y otras razas, de las muchas
que invadieron la Península Ibérica, llegaron á
sentar sus reales y dominar en ella.
El Obispo Sebastiano, Gonzalez Illescas y el P. Juan de la Puente
sostienen decididamente que los pueblos invasores poblaron el
mediodía y el centro de España, pero que los
Cántabros, Astures y Bascones resistieron su empuje, logrando
permanecer aislados, sin mezclarse con las diferentes Naciones que
ocuparon el resto de la Península. Encerrados en sus
montañas y defendiendo su patria con denuedo, los descendientes
de Tubal conservan su nativa independencia y se ven libres del dominio
de tantos pueblos como intentaron sojuzgarlos. Henao, el P. Risco,
Beuter y otros varios confirman estos hechos, al sostener que estas
Provincias no sufrieron la ley de los Romanos ni posteriormente la de
los Mahometanos.
Efectivamente, todo induce á sostener que ni Fenicios,
Cartagineses, Romanos, ni Godos llegaron á ocupar el territorio
bascongado. Esos pueblos no se limitaron á invadir la
Península, sino que llevaron á ella su religion, idioma,
costumbres y leyes y de haber dominado á los Bascos quedarian
restos de su dominacion, como existen en las otras regiones que
ocuparon. En Bizcaya no hay nada que recuerde el paso de esas Naciones
por ella, y no es creible que quienes absorvian la vida de los pueblos
que ocupaban, inoculando en ellos, con su comercio ó con sus
armas, toda su civilizacion, prescindieran de esta norma de conducta
con los Cántabros. Y como aquí se conserva pura la
religion, sin adorar á los Idolos y falsos Dioses de la
mitología griega; como el lenguaje es el primitivo, sin mezcla
de otros idiomas, y ni costumbres, ni leyes recuerdan las de esos
pueblos, resulta evidenciado que Bizcaya no admitió jamás
en su suelo á las razas que sucesivamente fueron poblando y
dominando el resto de España. Para nosotros es indudable que
así debió suceder y nos confirma mas en esta conviccion
la obstinada lucha que sostuvo contra el avasallador pueblo Romano.
Antes de ocuparnos de la guerra cantábrica de los Romanos,
conviene tener presente que en el período anterior á
ella, parece comprender la Cantabria toda la costa septentrional de
España, [pag 45] desde
Asturias hasta el confin de Aquitania. Mr Ballet, en sus Memorias sobre la lengua céltica,
da tres versiones etimológicas de Cantabria; la mas racional es
que se compone de la voz canta,
que significa roca ó montaña, y de abria, poblaciones, es decir, pueblos de la montaña. En
ella venia comprendida la Basconia,
que Strabon, Plinio y Ptolomeo describen, aunque imperfectamente,
situándola en la costa septentrional ó sea el mar
Cantábrico, lindando con el Pirineo, y con la ribera del Ebro y
comprendiendo todo el país montañoso del Norte de la
Península. Moret dice que la palabra Basconia significa del monte, etimología que no
deja de ser aceptable, por convenir con la estructura del país.
Sentado que los Cartagineses no llegaron a dominar este país,
pues su imperio no alcanzó á las regiones situadas tierra
adentro, hácia el Océano septentrional, mencionaremos la
desgraciada tentativa de Indibil contra los Romanos. Este Jefe de los
Ilergetes y Lacetanos, logra reunir un núcleo de 30.000 infantes
y 4.000 caballos, que en los campos Edetanos fueron vencidos, con
pérdida de 13.000 hombres, entre ellos Indibil. Es muy dudoso
que los Bascones tomaran parte en esta guerra, por mas que sus tierras
confinaran co la region de los Ilergetes y que estos pelearan por su
independencia, causa siempre simpática á los Bascongados,
y mas en aquella época en que la guerra era su única
ocupacion. Para juzgar así nos apoyamos en que 191 años
antes de la era cristiana, los Ilergetes aparecen como aliados de Roma
y secundando su política, mientras los Bascones y otros pueblos
vecinos se presentan como irreconciliables enemigos de todos los
confederados de los Romanos.
Era tal la animosidad que reinaba entre amigos y enemigos de los
romanos, que Bilistages, Príncipe de los Ilergetes,
acudió á Roma en queja de la guerra que le hacian y
pidiendo auxilio para contener á los enemigos del Imperio.
¿Si hubieran luchado al lado de los Ilergetes se colocarian los
bascones de frente á ellos con tanta decision, apenas firmada la
paz con Roma? No es creible semejante conducta y menos
tratándose de pueblos vecinos, cuyos idénticos intereses
debian moverles á obrar de concierto. La historia nos dice, que
unidos á Roma los Sedetanos, Ausetanos y Suesetanos y vencidos
por el Consul Caton los Lacetanos, solo los Bascones quedaron libres
del yugo romano.
[pag 46] Las campañas de
los pretores Sex, Digicio, tan desgraciado en cuantas batallas
dió, y de Publio Cornelio Scipion, mucho mas afortunado en su
empresa, dieron por resultado que los Bascones perdieran los pueblos
ó lugares que poseian en la ribera occidental del Ebro, que Roma
dominó, quedando los Bascones, libres de su poder, en el
territorio situado á la otra orilla hasta el mar.
Levántase Sertorio en contra de Roma; logra captarse las
simpatías de todos los pueblos españoles, y los Bascones
se declaran abiertamente en su favor. Sus huestes siguen á
Sertorio en todas las guerras que sostiene contra el poder romano;
guerras gigantescas en que se lucha por la idependencia de la patria
contra las poderosas legiones, acostumbradas á llevar sus
águilas vencedoras por todo el mundo conocido. Los Bascones
acogen á Sertorio, vencido por Pompeyo y le defienden el
Calahorra, y cuando Sertorio es asesinado en Aitona por su teniente
Perpena, prefieren morir antes que entregarse á los vencedores.
Un epitafio lacónico, pero espresivo, dá idea del
sacrificio que aquellos héroes se impusieron en aras de su amor
á la libertad y en ódio á toda dominacion
extranjera.
Quedan los Bascones vencidos, pero no dominados; las legiones romanas
los anonadan en el campo de batalla, mas no logran captarse sus
simpatías y amistad, á pesar de la prudente y atractica
política de Pompeyo. La guerra de Aquitania en 698 de la
fundacion de Roma y 51 antes de Jesucristo, nos lo confirma. Invade
Craso la Aquitania, piden sus naturales el auxilio de los Bascones y
acuden éstos en gran número al socorro de sus vecinos;
sus capitanes, tan valientes como espertos, según Julio
César, no pueden evitar una nueva derrota; 38.000 muertos,
evidencian que la pelea se mantuvo con el teson y la fiereza que los
bascos saben emplear en la guerra. Pompeyo, tras una nueva y
enérgica lucha pacifica de nuevo la España, logrando
tener á los bascones como amigos y aliados.
Tantas simpatías alcanza Pompeyo entre los Bascos que al
estallar la guerra civil entre César y Pompeyo, toman partido
por éste, al que ayudan en su contienda, hasta que es totalmente
vencido por César, quien con su generosa conducta y su
admirable
[pag 47] política se
hace adictos suyos á los Bascones, convirtiéndolos en
amigos y aliados del pueblo romano, hasta el extremo de que al renovar
los hijos de Pompeyo las guerras en España, permanecen
neutrales, á pesar de los alhagos de aquellos guerreros y de
cuanto hicieron para atraerlos á su partido.
No explican los historiadores la causa de que los Bascos emprendieran
nuevamente su desigual lucha con el pueblo romano, pero casi todos
están contestes en que se renovó con brío y
pujanza extraordinaria. Colocados en abierta rebelion los Bascos,
abióse de nuevo el templo de Jano y Roma se aprestó
á anonadar á sus fieros enemigos. Nada menos que tres
ejércitos consulares, dice Lucio Floro, puso en campaña y
con ellos cercó y estrechó en sus montañas
á los indomables bascos, á quienes en esta guerra llaman
los historiadores Cántabros. El genio militar de Augusto
logró, merced á hábiles maniobras, sacar á
sus contrarios á terreno llano y trabando descomunal batalla,
venció el número y el arte, teniendo los Cántabros
que ceder el campo, Mas no por eso quedaron sometidos; retirados
á sus montañas, reforzados por cuantos las habitaban,
fatigaron á los ejércitos romanos con sorpresas, marchas,
contramarchas y asaltos á los campamentos, durando esta lucha
varios años. Sin que la victoria se decidiera por ninguna de las
partes contendientes.
Apoyados los Romanos por una gruesa armada, viéronse los
Cántabros acometidos por mar y tierra, mas se defendieron
tenazmente, hasta que cansado y enfermo Augusto hubo de retirarse,
dejando el cargo de la guerra al cuidado de sus mejores capitanes.
Vino, por fin, Agripa, yerno de Augusto, trayendo de refuerzo el
ejército romano de las Galias; sostiene largas campañas,
con varia fortuna, hasta que rendidas las dos partes de tan tenaz
contienda, ajustaron paces, quedando de nuevo los bascos por amigos de
Roma. Tal es, en estracto, la relacion de Lucio Floro y dion Casio
sobre esta guerra, que llegó á infundir grandes temores
á la orgullosa Roma.
No es aceptable la conseja de que la guerra terminó por un
desafío ó combate entre igual número de
Cántabros y Romanos en el barrio Transtiber de Roma, y en el que
salieron vencedores aque- [pag 48]
llos, obteniendo la libertad de su país, quedándose ellos
en Italia; pues por mas que de este combate se hagan eco escritores
respetables, no puede creerse que Roma fiara la suerte de sus armas y
el orgullo de su poder á un desafío de esta clase. Sin
embargo, lo anotamos, porque el solo hecho de existir esa tradicion
constituye una hermosa página para el pueblo bascongado.
No ha faltado quien siente como un hecho que los Bascones quedaron
sojuzgados y sometidos á Roma por resultado de estas guerras,
fundándose en que aquel Imperio colosal, cuyo poder era inmenso,
no podria consentir que un país pobre y limitado, sin recursos
ni medios, no solo desafiara el orgullo romano, batiéndose con
sus mejores ejércitos y sus mas afamados generales, sino que
quedara libre é independiente despues de la lucha, es decir, que
Roma cediera ante un puñado de guerreros, fanatizados por su
independencia. Y, sin embargo, hay que reconocer que este País
no cayó bajo el dominio romano, sino que pactó una paz
honrosa, una alianza noble y leal, siendo despues un auxiliar de Roma
en muchas gloriosas empresas.
Que Cantabria quedó solamente apaciguada y confederada con el
Imperio nos lo demuestra la falta de documentos, de monumentos y de
recuerdos romanos en nuestro país. Ni su lenguaje, ni sus leyes,
ni sus falsos dioses se introdujeron aquí ¿qué
dominacion es esa que nada lleva al país conquistado?
En la Cantabria penetró la luz del Evangelio, apenas
había alumbrado al mundo: los Emperadores romanos persiguieron
cruelmente y con implacable ódio ña Catolicist¡mo:
miles de miles de mártires riegan con su sangre todas las
provincias del Imperio: España no fue de las que menos
sufrió por la Religion, y si Cantabria estaba en su poder
¿por qué aquí, donde el Cristianismo era mas
pujante y universal, no hubo mártires de la fé, ni
persecución alguna religiosa?
Otras muchas reflexiones pudiéramos exponer en apoyo de la
tésis de que este País no quedó dominado por los
Romanos; algunos autores, entre llos Iturriza, las detallan con
multitud de datos y noticias curiosas, que omitimos, porque solo nos
hemos propuesto presentar cuadros generales, sin ánimo de hacer
la historia detallada [pag 49]
llos, obteniendo la
libertad de su país, quedándose ellos en Italia; pues por
mas que de
este combate se hagan eco escritores respetables, no puede creerse que
Roma fiara la suerte de sus armas y el orgullo de su poder á un
desafío
de esta clase. de Bizcaya, que es empresa que requiere gran estudio y
copia de antecedentes de que carecemos.
Húndese el formidable Imperio romano al violento empuje de los
bárbaros del Norte; aquel pueblo, el mas grande de la tierra,
deja desmoronarse su poderío por gozar de las saturnales de
todos los vicios y los Godos, Visigodos y demás razas que
invaden el sur de la Europa., se hacen dueños y señores
del inmenso territorio sujeto á Roma. Cada Jefe de tribu levanta
un trono y crea una Nacion, arrancando á Roma una de sus
provincias. Ocupan las Galias y pretenden introducirse en
España, mas les detiene el valor de los habitantes del Pirineo,
que con arrogante coraje se oponen á su entrada; pelean tres
años, hasta que la traicion de los Honoriacos, les abre las
puertas de la Península, sobre la que se arrojan decididos,
dominándola en breve tiempo. Los Godos fundan y asientan su
imperio en Toledo, dueños ya de la España, á la
que dan sus leyes y sus costumbres, mezclándose las razas y
fundiéndose en una sola Nacion.
No podian los Godos ver indiferentes que los bascones vivieran libres
é independientes de su poder, cuando el resto de España
reconocía su dominio. Intentaron, pues, rendir su fiereza, y por
cierto, con tal empuje, con decision y constancia tales que casi
lograron su apetecido objeto.
Oscuras, como son, las Crónicas que de aquellos sucesos se
ocupan, no cabe establecer afirmacion concreta sobre si llegaron
á dominar las montañas Cántabras, pero sí
puede asegurarse que aquel período de cerca de cuatro siglos fue
el mas violento de cuantos ha atravesado este País, sufriendo la
desolacion y ruina de sus hogares por sostener su amada libertad.
Referir detalladamente esas cruentas guerras seria prolongar demasiado
este bosquejo. Reciario, primer Rey católico de los suevos,
realiza una expedicion en 448 destruyendo cuanto halla á su
paso: Eurico en 446 toma á Pamplona y asola la Basconia, que
parece quedar sujeta á su poder, mas no debió ser
así, cuando sus sucesores continuan luchando contra aquellos
fieros montañeses. Hasta los Reyes de los francos y de los
suevos acomenten á la Basconia, llevando á sangre y fuego
la guerra, que sigue implacable, á [pag 50] pesar de la derrota de
Bladastes en 581, que deja sepultado su ejército en las
montañas Bascas. Leovigildo emprende nuevamente la guerra,
apoderándose de parte de la region que ocupan los bascones.
Nada, empero, les amedrenta y cuantos mas horrores sufren, mas se
exalta su amor á la independencia y hábitos guerreros, y
llenos de corage invaden la Aquitania, llegando hasta el rio Garonna,
sin que Arostrobaldo logre arrojarles de aquel lado del Pirineo.
Renueva Recaredo la campaña contra los bascos, aunque sin
alcanzar grandes éxitos; en cambio el Rey franco Theodorico
auxiliado por los ejércitos de su hermano Theodoberto, consigue
arrancarles la parte de las Galias de que estaban enseñoreados.
Eundemaro pretende dominarlos y Sisebuto prosigue su empresa; los
bascos hoy vencidos, mañana revelados, tienen en jaque al
poderío godo y mantienen su independencia en el centro de sus
agrestes montañas. Suintila, que habia sido general del
ejército godo enfrente de los bascos, acomete á estos,
apenas subido al trono, con tan numerosa hueste, que los bascos tienen
que ceder ante su acometida, quedando desde entonces bajo la proteccion
de los Reyes godos.
No quedaron dominados, no fueron esclavos del poder godo, sino
sencillamente sus protegidos, pues conservan sus leyes, usos y
costumbres y siguen rigiendose por su Fuero de albedrío.
Así lo atestiguan Paulo Emilio en su Historia de Francia, Saavedra en la
Corona gótica
y Henao en sus Averiguaciones.
Esta série de guerras y de sublevaciones revela, por otra parte,
que aquellos bascones, de quienes decia San Isidoro hablando de la
empresa de Recaredo, que mas parecia
haberse propuesto ejercitar los pueblos en la disciplina militar, que
alcanzar victoria sobre las gentes con quienes guerreaba, no
doblaron su cerviz al yugo godo, y que si éstos con sus
victorias lograban ocupar el territorio, los bascones se alzaban en
armas enseguida para arrojarlos de su País y obligarles á
emprender de nuevo su conquista.
Transcurren algunos años con tranquilidad para los bascones,
hasta que al morir Recesvinto se alzan de nuevo contra los godos, con
tal empuje, que se dice haber sido esta la causa de resistirse Wamba
á admitir la corona gótica. Una vez aceptado el trono se
dirigió Wamba contra los bascos y sin detenerle la sublevacion
de Paulo [pag 51] en la Galia
Narbonense, por considerar mas grave y perentorio el sujetar á
los bascos, emprende la campaña, que Juliano dice duró
solo siete dias, logrando su objeto y llevándose rehenes, como
prenda de sumision y de que permanecerian en paz con los godos.
Vivieron los bascones bajo la alta proteccion del Imperio godo,
consagrados á sus faenas y ayudando á sus protectores en
las empresas guerreras, hasta que los Agarenos se arrojaron sobre la
España, para convertirla en el oasis de los hijos de Mahoma.
La radical trasformacion producida por la invasion Mahometana y la
grandiosa epopeya de la Reconquista, en que España
demostró su constancia en la fé, sentando las bases de su
regeneracion social y política, abre un nuevo y brillante
período en la historia de Bizcaya.
Cerremos, pues, aquí la era primitiva, que hemos llamado
prehistórica, no porque en realidad lo sea en absoluto, sino
porque lo confuso de las relaciones, la incertidumbre con que los
autores se refieren á este País, sin establecer
concretamente quienes lo ocupaban, y el conjunto de las tradiciones
parecen asemejarse mucho á esas leyendas maravillosas, en que la
verdad apenas puede abrirse paso y en las que la duda no logra
disiparse, á pesar de la formalidad de quien las relata.
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